martes, 25 de octubre de 2011

DE LAS APARIENCIAS

La común tendencia de presentarnos frente al mundo para tratar de reparar sus exigencias mediante el balance de las nuestras nos ha llevado a desarrollar mecanismos sofisticados para tratar de establecer la satisfacción en nuestro diario quehacer.

Pensamos en lo que deseamos, sin embargo, cuando lo hacemos, lo hacemos sustentados en la idea de lo que somos, en base a lo que pensamos que somos nos relacionamos y nos vinculamos con el medio. El pensamiento conceptual que implica ser algo termina siendo una definición "absoluta", "objetiva" y "acabada" de lo que creemos ser, finalmente nos cosificamos, nos volvemos cosa y dejamos de ser acción.
La esencia finalmente es la descripción de esta separación de lo que se es y del ente que es, es decir, la cosa y la acción. Sin embargo un sujeto posee significado propio y en base a esta intuición determina sus predicados como ejes conectores de lo que se supone que se es.
Al señalar hacia las cosas como objetos plenos y finalizados de seres humanos con una naturaleza esencialista y terminada. El prejuicio ha sido una herramienta privilegiada de la supervivencia, hemos tenido que hacer juicios presurosos e insustentables para tomar decisiones inmediatas, en muchos casos la corazonada coincidía con la satisfacción pretendida. Así nos relacionamos en un mundo de entes que olvidan con suma facilidad las malas experiencias que son representativas de la realidad y apostamos por aquellos juicios inmediatos de los cuales no pretendemos obtener alguna comprobación, por eso somos entidades que se mueven por la esperanza. Por eso es sencillo creerle a un político, por eso solo requerimos escuchar palabras que aún engañosas conquisten nuestra fácil credulidad para arrojarnos en medio del optimismo, por eso la realidad la hemos transformado en apariencia. En pensar que somos aquello que creemos que fuimos y lo que imaginamos que llegaremos a ser, sin embargo en este acto de pensar no hemos desarrollado la capacidad de integrar el pensamiento con lo experiencia vital de la existencia mediante el hacer.
Pensar que fuimos, que somos, que seremos detiene el tiempo, nos genera la terrible impresión de que somos a pesar de no hacer, nos conformamos con la esencia del esqueleto imaginario de aquel ente que no transforma todo aquello que está viviendo. El ser es el ejercicio activo de lo que una entidad hace, no puede estancarse solamente en un rotulo de todo aquello que ha pretendido y ha creído que ha logrado. Por eso podemos ser muchas cosas. Es sumamente sencillo hacer caso de aquello que dicen que somos; nos cosifican, se detiene el tiempo, nos transformamos en la imaginación de un ente, nos volvemos apariencia. Ahí la distinción de quien aparenta y de quien es, quien aparenta solo es. Quien es, hace. Quien es, es eso, tiempo.

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